La forma en la que nos hablamos a nosotros mismos y a los demás condiciona cómo nos sentimos. El lenguaje que utilizamos constituye el marco de nuestra realidad, por lo que es muy importante cuidar los mensajes que nos damos.
Ya lo vimos en la entrada sobre distorsiones cognitivas, como los pensamientos irracionales favorecían el aumento del malestar emocional. Hoy vamos a pararnos en aquellas expresiones formuladas en negativo.
Si has observado a las personas de tu entorno, y a ti mismo, habrás visto que en ocasiones nos expresamos en negativo, utilizando frases como:
- No me podrías hacer un favor ¿verdad?.
- Pues no te ha quedado mal el pastel.
- Al final no ha estado mal el día.
Como ves en estos ejemplos, nos estamos expresando con el no. La sensación es totalmente diferente si nos expresamos en positivo:
- ¿Me podrías hacer un favor?.
- ¡Te ha quedado muy rico el pastel!.
- Al final hemos tenido un buen día.
¿Verdad que estos últimos mensajes nos hacen sentir mucho mejor?.
También para nuestro cerebro es más fácil mandar un mensaje directo, positivo. Un mensaje en el que estoy elaborando una afirmación, que después niego, es más costoso.
Si esta forma de expresarnos es muy común en nosotros, puede llegar a ser motivo de desgaste en las relaciones interpersonales. Se observa en las relaciones de pareja.
Si tu pareja espera un halago por ese pastel riquísimo y recibe una apreciación del tipo «Pues no te ha salido mal», sentirá que se minimiza el valor de su mérito. Por el contrario, si en tus conversaciones cuidas los mensajes emitidos, la comunicación se verá reforzada, mejorando el vínculo afectivo.
¿Cómo puedo cambiar este hábito?
Evita las negaciones.
Utiliza el no siempre que quieras mantener tu postura de forma asertiva ante una demanda que no te interesa. En el resto de interacciones, intenta reducirlo. Ten en cuenta que cuando yo formulo una negación, el cerebro sólo se queda con la acción referida.
Utiliza palabras positivas, expresiones realistas.
Verás como influye en la percepción que tienes de tu día a día. Existe una gran diferencia entre hablar de forma despectiva o descriptiva. La emoción que sentirás al hacerlo de la segunda manera sera mucho más moderada.
Describe las acciones que quieres que se lleven a cabo.
En lugar de emitir una queja, por ejemplo, «Madre mía, ¡Cómo está la casa de sucia!» concreta y emite tu petición: «Me gustaría que recogieras la habitación antes de salir de casa».
Expresa lo que quieres, en lugar de lo que No:
- Quiero que me escuches / No quiero que me ignores.
- Me gustaría que me expreses cariño / No estés tan frío.
- Quiero que me preguntes cómo estoy / No hablas nada…
Concreta lo que quieres.
En lugar de «Querría que fueras más atento/a» expresar «Querría que propusieras un plan para hacer juntos este fin de semana».
Formula en positivo.
«Quédate conmigo» en lugar de «No te vayas».
Fotografía: hannes.a.schwetz