A veces es inevitable escuchar conversaciones ajenas, bien por la cercanía de los interlocutores o por el tono de voz utilizado. En estas situaciones es frecuente observar que las personas nos quejamos a los demás de la falta de escucha, repitiendo el mensaje, generalmente con emoción de rabia y enfado, o desistiendo en compartir nuestras experiencias.
La escucha activa es fundamental en nuestras interacciones. Estar presente, atendiendo plenamente lo que nos quieren decir, preguntando, contrastando nuestras interpretaciones, etc, enriquece enormemente las relaciones y genera un gran bienestar en la persona que se siente escuchada.
Debido a la importancia que tiene esta practica, quiero compartir un texto de R. O’donnell, de su obra «El mosaico de la misericordia», que refleja perfectamente esta petición de escucha:
«Cuando te pido que me escuches y tu empiezas a darme consejos, no has hecho lo que te he pedido. Cuando te pido que me escuches, y tú empiezas a decirme por qué no tendría que sentirme así, no respetas mis sentimientos. Cuando te pido que me escuches, y tú sientes el deber de hacer algo para resolver mi problema, no respondes a mis necesidades.
¡Escúchame!
Todo lo que te pido es que me escuches, no que hables ni que hagas. Solo que me escuches.Aconsejar es fácil. Pero yo no soy un incapaz. Quizá esté desanimado o en dificultad, pero yo no soy un inútil.
Cuando tú haces por mí lo que yo mismo podría hacer y no necesito, no haces más que contribuir a mi inseguridad.Pero cuando aceptas, simplemente, que lo que siento me pertenece, aunque sea irracional, entonces no tengo que intentar hacértelo entender, sino empezar a descubrir lo que hay dentro de mí».
También aprovecho para compartir el siguiente vídeo, en el que vemos claramente, desde el humor, la ausencia de escucha:
[youtube https://www.youtube.com/watch?v=bFv5xRo_vh0&w=420&h=315]