Ya vimos en el post ¿Mejor para mañana? el conjunto de factores que daban lugar a este tipo de comportamiento.
Veíamos como las características de la tarea, nuestra actitud hacía ellas y nuestros miedos, favorecía la procrastinación.
Hoy vamos a ver, por qué, siendo conscientes de que no nos ayuda procrastinar, seguimos con esta practica. Fundamentalmente procrastinar se mantiene en nuestro repertorio de hábitos porque a corto plazo es gratificante. Nos ayuda a evitar aquello que nos desagrada.
Todo hábito se instaura porque viene seguido de una gratificación inmediata, un refuerzo, un premio. En este caso, este hábito nos permite, entre otras situaciones:
Liberarnos temporalmente del estrés. La tensión se reduce porque nos aleja de algo amenazante o doloroso.
Reducir el miedo a ser juzgado, al posponer el momento del juicio.
Alargar el proceso (decisiones, proyectos, fechas límite) hasta que sea asumido por otra persona y evitar ser responsable de las consecuencias.
Retrasar la adquisición de un producto, obteniendo el beneficio en la reducción del coste o del propio deseo.
Librarnos de posibles consecuencias negativas (un examen que no estudiamos y que se cancela, una reunión que se tiene que anular y no habíamos preparado, etc).
Estas situaciones son doblemente reforzantes, ya que nos libramos de aquello que tememos y además, sentimos que hemos reservado energías, o que nuestra sensación de que ese proyecto no iba a salir se ve constatada.
Afrontar decisiones. Ya que se resuelven, bien por la obtención de información en el proceso de demora o porque la oportunidad pasa.
La procrastinación se valora como un problema, cuando es realidad es un síntoma. Las etiquetas negativas (vago, perezoso, irresponsable), y las pautas de organización enlas que se aumentan las exigencias, lejos de ayudar, nos atacan.
Por ello, analizar el cómo, cuándo y por qué de las procrastinaciones es necesario para conocer cuando nuestras creencias negativas nos conducen a patrones de comportamiento que no nos benefician.
Ser conscientes de ese hábito, como vía de escape de nuestro conflicto interno, y de la ansiedad vivida, será un importante paso para enfrentar aquellos miedos y manejarlos.