La forma en la que enfrentas tus objetivos, aquello que quieres hacer y conseguir, es fundamental, ya que influye en cómo vas a vivir el proceso hasta que llegues a tu meta. La actitud que tengas es importante porque va a influir en tu vivencia emocional, en lo constante que seas, en tu motivación, etc.
¿Te exiges o disfrutas?
Imagínate que este año quieres mantener el propósito de ir al gimnasio de forma regular. Quieres hacer deporte, compartirlo con tus amigos y sobre todo, quieres ser constante. Aprovechar bien tu tiempo y sentir que estás comprometido.
Para ello, puedes aproximarte a este objetivo desde la exigencia, la presión y/o la obligación. Si esta es tu opción probablemente te dirás “Hoy tengo que ir al gimnasio, ya llevo dos días sin ir y esto no puede ser”.
¿Cuántas veces te has hablado así?, Muchas ¿no?
¿Y cuántas veces te ha funcionado?, párate a pensarlo.
Si estás en esta dinámica de mandarte, te resultarán familiares las frases:
- Tengo que entrenar todos los días.
- No puedo faltar al gimnasio.
- Tengo que ir como mínimo 4 días a la semana.
Cuando te sitúas así ante un objetivo, puede que inicialmente empieces con mucha fuerza, con muchas ganas.
Las primeras semanas irás todos los días que te has propuesto, sintiendo que cumples con tu palabra. Pero, ¿Qué pasa con esta forma de organizarte?, ¿Qué tiene de «malo»? te dirás…
Piénsalo.
Cuando te has propuesto hacer algo y por las circunstancias que sean, no lo haces,
¿Qué emoción es la que aparece?
¿Cómo te sientes?
La emoción que seguro aparecerá será la culpa y vendrá probablemente con ideas del tipo:
- «Debería haber dicho que no a ese café»,
- «Esta semana no he ido, tengo que organizarme mejor»,
- «Esto no puede ser».
Aparecerá también la crítica, la evaluación negativa y la búsqueda de razones por las que no has hecho lo que te habías marcado.
Si te enfocas desde la obligación, y la exigencia, va a ser difícil que puedas asociar ese objetivo que te has propuesto a la sensación de diversión, placer y disfrute.
Si te impones ir, y no lo consigues, te sentirás mal. Y no sólo eso. Si consigues mantener tus objetivos semanales, incluso esos días en los que no te apetece, lo vivirás positivamente, pero esa sensación no será plena.
Será como un “uf, menos mal que esta semana he podido ir al gimnasio». Fíjate, como si tuvieras un jefe interior al que rendir cuentas. Desde la exigencia no se disfruta plenamente del proceso.
Esta forma de exigirte para conseguir algo, además de activar la culpa, la presión y la crítica, influye en que te sientas más ansiosa/o y triste, si no consigues mantener tu plan.
En resumen. Es un proceso que inicialmente te puede ayudar a conseguir buenos resultados, pero que te va desgastando debido a esa exigencia. Incluso puede hacer que abandones, porque de tanta presión empieces a pensar:
- «No soy capaz de organizarme»,
- «No tengo constancia»
- «Para qué voy a seguir apuntada/o al gimnasio, si no soy capaz de ir los días que quiero»,
Estas ideas pueden llevarte a posponer o abandonar tus proyectos.
Parece que tiene pocas ventajas esta actitud, ¿No te parece?
Sin embargo, si te orientas desde el concepto de Reto, tu proceso será diferente.
¿Verdad que, si te dices, «Venga, a ver si esta semana soy capaz de ir al gimnasio el martes y el jueves», tendrás otra sensación?
Cuando te pones retos, sin exigencia, el mismo proceso ya es motivador.
Sabes que ir esos dos días al gimnasio va a requerir organización y esfuerzo, pero lo vas a vivir de otra manera. Porque lo estás deseando, no te lo impones.
Si te propones algo y lo consigues, la sensación que tendrás va a ser plena de felicidad, motivación, capacidad, autoestima. Lo vas a disfrutar más.
Te vas a sentir bien y vas a querer seguir avanzando.
Desde este enfoque, además, si resulta que el reto que te has propuesto, es exigente y te cuesta alcanzarlo (ir 4 días a la semana al gimnasio), es más fácil que te des cuenta y que no lo vivas tanto desde la crítica y el «no soy capaz», si no que adaptes las condiciones.
En lugar de pensamientos negativos, si este objetivo es un juego, es más fácil decirte «Igual 4 días de gimnasio es mucho con los horarios que tengo de trabajo, voy a intentar ir dos, a ver si lo consigo».
Cuando estás con la actitud de reto, estás adaptando el objetivo a ti. No al revés.
¿Qué sentido tiene pedirte ir 4 días al gimnasio, si sabes que no vas a poder?, este enfoque te ayuda a ser realista, y a escuchar lo que realmente te viene bien.
Te estarás permitiendo «fallar» y adaptar el plan a tus necesidades, con lo cual garantizarás mantenerte en tu objetivo, reduciendo la probabilidad de abandono.
Si te fijas, enfrentamos muchos objetivos desde la exigencia, y casi no utilizamos el concepto reto. Ahora que conoces las consecuencias de ambas actitudes, te ánimo, siempre que puedas, a que enfrentes cada proyecto personal desde el disfrute.
Poco a poco, valorando tus capacidades, adaptando las metas, con motivación, y disfrutando del proceso, se puede alcanzar la montaña más alta.
¡Haz que tus objetivos sean divertidos y sostenibles!
PD: Un aspecto importante. Cuando te dices «no soy capaz, no puedo…», muchas veces lo que está pasando es que te estás exigiendo mucho. No eres tú, es lo que te pides.
No sabes lo bien que me ha venido leer este post! Me ha motivado un montón y me ha hecho ver que la forma de proponerme una actividad desde el reto y no desde la imposición hace que se aligere la carga que me ponía sobre los hombros! Sigue escribiendo porque ayudas a mucha gente Jana!
Hola Ser de Luz Me encantan la ayuda motivadora y educativa que brindas Bendiciones un súper fin de Semana
Muchísimas gracias Carmen, me alegra enormemente que te parezca motivadoras mis aportaciones 🙂