Cuando establecemos una relación de pareja, sentiremos que hay aspectos que nos unen. Deseamos al otro, compartimos valores, objetivos, proyectos, intereses, perspectivas, etc. Pero también encontraremos, según crece la relación, que vamos teniendo dificultades. No coincidimos en todo, discutimos, tenemos que negociar nuestras normas de convivencia, organización..
Tener desencuentros no significa necesariamente que la relación sufra un deterioro. Al igual que la ausencia de conflictos no garantiza una relación saludable y feliz. A continuación, y con el objeto de cuidar nuestra relación, vamos a ver un conjunto de actitudes y comportamientos, explicados por el psicólogo John M. Gottman, en su obra «Las siete reglas de oro para vivir en pareja» que nos llevan a un deterioro de la relación.
Al discutir en pareja va a haber varios factores importantes. Ademas de cómo nos hablamos, es importante el mensaje que transmitimos. En ocasiones el tema central no es relevante, si no las creencias que yo hago entrever. Si estamos hablando, por ejemplo, de cómo organizar las tareas del hogar y uno de los dos, aunque mantenga una actitud tranquila, expresa algo como «No confío en que vayas a cumplir tu palabra» o «Esto no sirve de nada», estará teniendo un planteamiento negativo, con el que transmitirá probablemente desconfianza en el otro, resentimiento, negatividad, etc. Esto nos alejará de acuerdos y posiblemente, de lugar a nuevos enfrentamientos. Será importante, por lo tanto, cuidar el mensaje que quiero transmitir.
Los cuatro jinetes, son este conjunto de actitudes que vas a leer a continuacion, y que John M. Gottman los define así por su gran capacidad de deteriorar relaciones.
cuando expresamos una critica, no sólo nos estamos quejando, estamos haciendo una valoración de la persona. Emitimos un juicio, ponemos etiquetas, y en ocasiones, descalificamos.
Compara estas dos expresiones:
«¿Por que eres tan….?, ayer no recogiste la cocina, estoy harta/o, no te importa nada».
«Estoy enfadada/o porque ayer no recogiste la cocina, dijimos que nos turnaríamos»
En la primera frase expresamos nuestro desagrado, describiendo el comportamiento que nos molesta, sin valorar a la persona. Sin embargo, en la segunda, estamos acusando, etiquetando, culpabilizando.
A veces expresamos desprecio mediante el sarcasmo, el escepticismo sobre el discurso del otro, nos burlarnos, ponemos los ojos en blanco, usamos un humor hostil, etc.
Todo esto son formas de envenenar la relación.
Si estamos transmitiendo estos mensajes será difícil que nuestra pareja quiera hacer un cambio positivo. Nuevamente, lo más probable es que aumente el conflicto. Si estamos manteniendo esta actitud, será interesante evaluar para qué lo hago. Si estamos buscando soluciones o si estamos aprovechando para atacar a nuestra pareja y volcar un malestar acumulado.
esta actitud, aunque es comprensible y a veces automática, pocas veces nos ayudan a conseguir el objetivo deseado. El otro va a vivir esta reacción como una forma de culpabilizarle y por tanto, no recapacitará ni pedirá perdón. Ya en este punto, en el que entramos en una dinámica de criticas, desprecio y defensa, difícilmente nuestra relación podrá salir ganando de este enfrentamiento.
Si la dinámica expuesta anteriormente es frecuente (Criticas+Desprecio+Actitud Defensiva), uno de los dos miembros de la pareja se distanciará, adoptando una actitud evitativa, con el fin de no entrar en una nueva discusión. Se reducirá por ejemplo, el contacto visual, los gestos afirmativos, la interacción verbal, etc actuando como si se sintiera indiferencia.
Puedes vivir estas situaciones que te describo a continuación:
Sentirte abrumada/o
Si estos cuatro jinetes están presentes en nuestra relación y percibimos la negatividad del otro de una forma tan elevada, nos sentiremos abrumados. Aumentará nuestra actitud evasiva, buscando ante todo, evitar un nuevo episodio de discusión. Estaremos en una actitud de alerta ante cualquier señal que nos indique que puede haber un nuevo reproche o un nuevo «estallido». En esta situación, nos distanciaremos emocionalmente, favoreciendo a su vez, que nuestra pareja se sienta sola.
Comunicación no verbal, lo que expresa nuestro cuerpo
Si nos sentimos abrumados con frecuencia, la decisión de romper nuestra relación de pareja, cada vez estará más presente. Si observamos nuestro cuerpo, cómo nos sentimos, veremos que las sensaciones físicas que experimentamos en este estado de tensión, nos influye negativamente a la hora de tener una conversación productiva, poder procesar bien la información que nos comparte la pareja o tener una buena capacidad de solucionar problemas.
Estaremos viviendo la relación con un nivel de tensión emocional como si estuviéramos en una situación peligrosa o amenazante. En estas circunstancias, la capacidad que tengamos para relajarnos, relativizar, reconducir las dinámicas…influirá en nuestra decisión de querer solucionar situaciones o por el contrario, evitar.
Intentos de desagravio fallidos
John M. Gottman describe los intentos de desagravio como esfuerzos que realiza la pareja para reducir la tensión en las discusiones. Ponemos humor, hacemos bromas, realizamos algún gesto que tiene una historia común, etc. Son interacciones positivas, que aparecen en mitad de una discusión, para recordar a la pareja la base de su relación. Son una forma de mandar al otro un mensaje tipo «estamos discutiendo, pero quiero que sepas que no quiero hacerte daño, que quiero entenderte y solucionar».
Si estos intentos no funcionan, la pareja estará más expuesta al aumento de esas tensiones emocionales y a una actitud de defensa y alerta. En ese estado, los intentos de desagravio, aunque aparezcan, serán obviados, incrementando el malestar y aumentando la probabilidad de separación.
Malos recuerdos en común
Ya con un nivel de negatividad hacia la pareja muy elevado, vamos a tender a recordar aquellos momentos que hemos compartido juntos en los que no nos hemos sentido bien, teníamos una expectativa diferente del otro, o nos sentimos decepcionados. Nuestros recuerdos van a ser congruentes con la emoción que estamos viviendo, con ese malestar. Los recuerdos buenos, los inicios con momentos felices, aunque hayan existido, no los tendremos tan presentes.
En resumen..
Como podemos ver hasta aquí, si estamos en una dinámica en la que la crítica, el desprecio, las actitudes defensivas y evasivas son comunes, será muy fácil que ante un desencuentro, se reaccione atacando a la persona. El malestar generado incrementará, de forma que la ruptura de pareja será una opción cada vez más valorada.
Si embargo, si nuestra relación de pareja es fuerte, sólida, sana, podrán aparecer momentos de enfrentamiento en los que aparezcan la crítica, la queja, pero será más probable que se interprete aquella falta, haciendo alusión al contexto. Entenderemos la postura del otro, empatizando. No entraremos en una lucha, porque nuestro objetivo no será ganar de forma individual, sino que, como pareja, ganemos juntos.
Conocer aspectos que influyen negativamente en nuestra relación, nos ayudará a evaluar cómo nos relacionamos y si tendemos a llevar estas conductas a la practica. Si ese fuera el caso, y queremos mantener nuestra relación, ya tenemos esta guía para empezar a generar cambios positivos.
En base a lo expuesto te animo a que repases como estás cuidando tu relación y:
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