Cómo decir que no sin sentirte culpable

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¿Para qué aprender a decir que no?

Decir que no es necesario por que en ocasiones, no atrevernos a decirlo, supone sentirnos a disgusto, criticarnos y castigarnos. Mostrarse asertivo también es necesario para establecer relaciones sanas, en las que yo entiendo los limites de los demás, pero también ejerzo los míos.

Podemos valorar que decir que No, es una forma de expresar lo que queremos, lo que sentimos y necesitamos. Es por tanto nuestra opinión la que estamos defendiendo.

Si nos proponen algo y accedemos, con el objetivo de que la otra persona no se enfade, que la relación no se vea afectada o evitar conflictos, realmente lo que sentiremos a corto y largo plazo será resentimiento y no estaremos disfrutando aquello que hemos decidido hacer.

Es verdad que no decir que no, tiene unos beneficios secundarios como son no posicionarnos y no tomar nuestras propias decisiones, siendo más fácil recurrir a la queja y al desahogo.

Si estamos cómodos en esta postura, puede no interesarnos el enfrentamiento. Pero si éste no es nuestro caso y nuestro objetivo es enfrentar aquellas propuestas que no queremos, será útil tener en cuenta las siguientes pautas.

¿Cómo decir que no sin sentirte culpable?

Lo primero es observar en que situaciones decimos que No y cómo nos enfrentamos a ellas.

Si sólo decimos que No cuando la persona demandante es muy insistente, cuando no aguantamos la presión, estamos cansados o enfadados, es muy probable que expresemos nuestro No de forma brusca, en lugar de comunicarnos asertivamente.

Para ello vamos a establecer cuales son mis objetivos y a quien voy a dirigir esta técnica. Esto nos ayudará a obtener los resultados deseados.

También vamos a recordar que, como toda habilidad, es necesario practicar. No siempre vamos a tener un resultado positivo, ni las pautas van a funcionar de la misma forma con todas las personas.

Decir que no es una situación que de por sí nos a resultar un poco desagradable, porque supone poner límites, pero con practica podemos conseguir hacerlo de forma fluida y en línea con lo que queremos para nosotros.

Pautas verbales

Invitar al interlocutor a sentarse para que reciba el No con más tranquilidad. Esto favorece el control de la situación y la relajación de los músculos.

Usar el nombre de la persona como medio para captar su atención.

Escuchar activamente hasta que terminen de formular la petición, sin interrumpir. No tenemos prisa en decir que No y podremos utilizar información que nos dan para contestar, ofrecer alternativas, aprender, etc.

Decir No suavemente, usando el nombre y con una breve introducción (”Lo siento, la verdad es que…”) en la que, de forma concreta, la otra persona escuche el «no puedo, no quiero, no me apetece…».

Evitaremos decir No pasivamente “..bueno, no sé, es que yo…» ya que no explica nuestra postura, genera dudas y alienta al otro a insistir.

Si valoramos explicar el por qué de nuestra postura, utilizaremos, si tenemos varias, la razón más suave. Guardaremos las más convincentes por si las necesitamos más adelante. Es recomendable usar excusas reales.

Si nuestro interlocutor se muestra insistente, nos ayudará empatizar con él, tratando de entender por qué insiste, haciéndoselo saber, teniendo presente que entender al otro no es darle la razón.

«Entiendo tu situación Jorge, y que necesitas que te haga este favor, pero…»

Utilizar la técnica del disco rayado, repitiendo, desde la tranquilidad, el mismo mensaje una y otra vez.

Dar razones relacionadas con sentimientos. Si hemos expuesto nuestras razones y no resultan suficientes, podemos utilizar las relacionadas con nuestros sentimientos:

«Realmente, Laura, esta tarde no me apetece salir».

Si no queremos dar un No tajante, porque valoramos otras opciones, podemos plantear alternativas, siempre teniendo la seguridad de que puedan cumplirse. En ocasiones, la propia persona nos da pistas sobre esas alternativas. Aquí será importante la escucha activa.

Si en el momento en el que nos hacen la propuesta no estamos seguros o sentimos que los recursos no funcionan, retrasar la respuesta es una buena opción.

«Permíteme pensarlo detenidamente Elena. Teniendo en cuenta lo que hemos hablado, en cuanto me haya decidido me pondré en contacto contigo».

Si llegamos a un acuerdo, es importante recompensar la actitud del otro.

«Me alegro de que me hayas entendido César»

Pautas no verbales

Orientar la cabeza hacia la persona, sin negar con ella mientras nos exponen la petición, ya que indica que no estamos escuchando.

Es positivo que el contacto visual sea continuo. Mirar a otro lado puede dar información negativa para nosotros.

Tener un gesto serio pero no agresivo. Usar la sonrisa cuando veamos que entienden nuestra postura.

La postura del cuerpo debe ser relajada, manteniéndonos a una distancia media, realizando gestos que ayuden al acercamiento.

Pautas paraverbales

Nos ayudará que nuestro volumen de voz sea medio, para poder subirlo si es necesario.

Y que la velocidad de nuestro habla sea adecuada para evitar cansancio, tensión y que nuestro mensaje llegue claro.

Para finalizar, recordar los beneficios que supone decir No:

  1. Seremos capaces de controlar nuestras interacciones. No sólo aprenderemos a decir que No, si no que las personas de nuestro entorno entenderán que hay aspectos que no aceptamos, que tenemos y ejercemos el derecho a negarnos, que a veces es necesario decir No, y que una conducta insistente no suele ser eficaz.
  2. Del mismo modo, nos ayuda a aceptar la negativa de los demás, ya que empatizamos con su punto de vista. Ya no valoraremos el No como una forma intencionada de molestar, si no como un derecho que se ejerce, como una elección.
  3. Decir que No nos ayuda también a no sentirnos utilizados, a sentirnos bien, porque hacemos aquello que deseamos, sin obligaciones. Nos ayuda a querernos más.

Recuerda: Tienes derecho a decir no y a decidir si quieres atender las expectativas/necesidades de otras personas o si te comportas siguiendo tus propios intereses.

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Jana Beteré Moreno

Psicólogo Madríd centro (glorieta de Bilbao). Me llamo Jana, trabajo como psicóloga en Madrid centro. Te ayudo a combatir tu ansiedad, mejorar tu autoestima, superar la depresión, manejar el estrés y gestionar tus emociones mediante tratamiento psicológico. También te puedo acompañar a superar una ruptura de pareja, afrontar miedos, obsesiones o fobias. Mi experiencia se centra en el trabajo con adolescentes y adultos. Te ayudo a superar aquello que te limita en tu día a día. Mi objetivo es que alcances el bienestar que deseas. ¡CONÓCEME! Consulta las opiniones de mis pacientes

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