Te presento 14 pautas para expresarte mejor al hablar con tus hijos adolescentes. Las conversaciones entre padres e hijos adolescentes en las que no existe una escucha activa son muy frecuentes. La dinámica se llena de reproches y respuestas defensivas, y ninguna de las dos partes consigue un beneficio de esa comunicación.
Que los hijos reaccionen mal a tus preguntas, no quiere decir que no deseen comunicarse contigo y compartir sus preocupaciones. Puede haber muchas razones por las que no quieran hablar como miedos, vergüenza, sentir que se invade su espacio, falta de costumbre, etc.
Si estamos en una dinámica en la que vuestras conversaciones no suelen ser satisfactorias, disminuirán las ganas de poner en común aquello que preocupa, siendo posible que se instalen ideas en tu hijo/a del tipo «Para qué voy a hablar si no me escuchan» o «Sólo me dicen lo que tengo que hacer».
Para evitar esta posible inercia negativa, y poder expresar a tus hijos que cuentan con tu apoyo, veremos una serie de pautas útiles que garantizarán un mayor entendimiento a la hora de hablar juntos/as. Sin duda, éstas consideraciones tendrán un efecto positivo en la comunicación familiar.
Valora el momento y las condiciones en las que estás antes de iniciar la conversación. ¿Tienes tiempo para hablar?, ¿Estás disponible?, ¿Estás tranquilo/a, con ganas de compartir? ¿Es un espacio que ofrece garantías de intimidad o hay alguien extraño que pueda escuchar?
Dar mensajes claros ayuda a crear una base de confianza, fomenta el buen comportamiento y ayuda a bajar los niveles de estrés en una familia. Salvo que las circunstancias cambien, evitaremos, con el objetivo de ser coherentes, consentir un comportamiento un día, y prohibirlo al día siguiente.
Utiliza respuestas que animen a la comunicación y eviten que tu hijo/a salga de la situación bruscamente (dando portazos, dejándonos con la palabra en la boca, gritando). Emplear un tono positivo y utilizar lenguaje corporal afirmativo mientras hablas, será muy útil.
Trata a tu hijo/a adolescente con el mismo grado de respeto con el que esperas que te trate a ti. No le insultes nunca, no le ridiculices tampoco. Los padres son modelo de comportamiento. Si insultas, le estarás dando permiso a tu hijo/a para que haga lo mismo.
Cada vez que se presente la ocasión, recuérdale que le quieres. Aprovecha cada situación para reforzar y reconocer su comportamiento y valía. Cuando se ha arreglado, dile que está muy guapo/a. Cuando ordene su habitación sin que se lo hayas pedido, coméntaselo de tal forma que se sienta orgulloso.
Durante la adolescencia se libran muchas batallas. Y con frecuencia nuestra atención está en corregirles, decirles lo que está mal, lo que no vamos a consentir, lo que esperamos de ellos. Para compensar esta actitud, actúa cómo si fueses un/a detective de los aspectos positivos, y tu objetivo fuera resaltarlos.
Si empiezas a gritar, la capacidad receptiva de tu hijo/a bajará a cero. Hay momentos en los que todo adolescente cree que sus padres no le comprenden, que le hacen la vida imposible. Cuando gritamos por frustración o rabia, sólo conseguimos alejarles más. Si crees que vas a perder los papeles, suspende la conversación para retomarla en un momento en el que hayas logrado sobreponerte.
Comparte de forma explicita a tu hijo/hija qué te esperas y se específico. Puedes pedir que «recoja la habitación» o ayudarle y pedir «que haga su cama y recoja la ropa del suelo». Detallando lo que queremos, es más fácil visualizarlo y hacerlo.
Puedes escribir un horario de actividades o responsabilidades negociado previamente y pegarlo en un lugar común, accesible, como recordatorio. Siempre es bueno escribir sobre el papel reglas y acuerdos importantes. Así ambas partes pueden consultarlo cuando surja una confusión sobre una norma específica.
Si algo que hace o dice te enfada o entristece de sobremanera, dile que no estás en condiciones de seguir una conversación antes de alejarte. Ignorarle o dejar de hablarle y seguir normal con otros miembros de la familia, puede ser muy doloroso. Sólo conseguirá distanciarle cada vez más.
Explica tus razones de forma tranquila a tu hijo/a. Los adolescentes saben que la última palabra la tendrán sus padres, pero es importante que sepan las razones de nuestras decisiones.
Intenta no entrar en un monólogo. Te ayudará terminar tus frases con otra que invite a la comunicación:
«¿Qué piensas tú?
Parece muy importante para ti, ¿Quieres explicarme por qué?
Buena pregunta, intentaré contestar
Me interesa mucho conocer tu opinión
¿Comprendes lo que te intento explicar?
¿Quieres hablar?»
Es importante dar ejemplo para tener credibilidad. Si estamos pidiendo que dejen de gritar a gritos, no vamos a conseguir lo que queremos ¿verdad?.
Estas frases logran todo lo contrario de lo que queremos conseguir. Estas que te comparto son un ejemplo:
«Si vuelves a decir eso te….
No vengas llorando a mí si te sale mal
Me trae sin cuidado qué hacen tus amigos
No te creo
Pregúntaselo a tu madre/padre
No comprendes nada»
No hagas otra actividad mientras, y si estás haciendo algo cuando empiece, para. Mira a tu adolescente, escucha y ofrece un comentario cuando termine. Si te resultara imposible atenderle, hazle saber que te importa lo que te quiere decir y dile cuando podéis hablar.
«Perdona cariño, ahora tengo que ocuparme de esto, dame cinco minutos y hablamos ahora».
Organiza actividades a realizar con toda la familia o con sus amigos. Excursiones, comidas, una cena fuera, vacaciones…. Si tu hijo/hija no quiere pasar todas las vacaciones con la familia, intenta buscar una solución y ayúdale a encontrar la manera de pasar tiempo con sus amigos también.
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