El triángulo dramático de Karpman

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¿Por qué una relación de madre-hija/o o padre-hija/o se vuelve tirante y desagradable?, ¿Qué me pasa con algunos amigos, a los que no me apetece contar mis problemas?, ¿Por qué hay personas en las que pensamos y uff..se nos quitan las ganas de verlas?

Puede ser que con esas personas estemos dentro de un triángulo dramático y que estemos desempeñando un rol que nos lleva al malestar. Conocer el triángulo nos ayudará a identificar y prevenir dinámicas que desgastan las relaciones.

El triángulo dramático es una teoría que fue descrita por el doctor Stephen Karpman, en el año 1968. Con este modelo explica, desde el análisis transaccional, como podemos representar 3 tipos de roles al relacionarnos que van a suponer un desgaste emocional.

Si nos relacionamos desde estas posiciones, además de no sentirnos a gusto con las personas con las que tratamos, podemos sentir dolor, enfado, culpa, ansiedad, temor, resentimiento, agobio, desesperación, inadecuación, etc, y podremos desarrollar vínculos codependientes.

¿Qué roles describió Karpman?

Los tres roles que componen el triángulo dramático son estos:

  • Salvador
  • Víctima
  • Perseguidor

Como puedes observar, los propios nombres de los roles ya nos están dando pistas de cómo va a ser nuestra actitud en la relación. Los roles salvador y perseguidor, que se sitúan en la parte alta del triángulo dramático, se ejecutan desde una actitud paternalista. Mientras que el rol de víctima, tiene ese papel de supuesta inferioridad.

Todas las personas tenemos unas necesidades que cubrir, más o menos conscientes. Y para satisfacerlas, vamos buscando y realizando aquello que nos ayuda. Bien a corto plazo o a largo plazo.

Por ejemplo, si tengo ansiedad y quiero calmarme, puedo tomar un fármaco o puedo iniciar un proceso de terapia psicológica. O combinar ambas.

Si estamos dentro del triángulo dramático, esas necesidades se van a ver reflejadas. En cada rol, nos estamos relacionando desde lo que necesito para mí y de la otra persona.

El rol de Salvador

EL rol de salvador, describe a una persona que se sacrifica, que da todo lo que puede de sí, sin atenderse y sin escuchar la situación. Es una persona que anticipa a las necesidades de los demás, queriendo salvarles de todo problema o incomodidad. Sobreprotegiendo, estando en una situación de entrega al otro, que igual no siempre le apetece.

Aunque mis intenciones son las mejores, al anticiparme a la persona, influyo negativamente en el desarrollo de sus habilidades y destrezas.

El rol de Perseguidor

El rol de perseguidor, describe otra dinámica. Aquí la persona tiene actitud de crítica, en ocasiones hiriente. Presiona, culpa, cuestiona, amenaza y por tanto, persigue. Tiene unos deberías en su mente, que, si no cumplimos, nos hará saber. Su actitud es de juicio constante.

Cuando estamos practicando este rol, estamos reclamando a la otra persona que realice determinadas cosas que creemos, desde nuestro punto de vista, que son las correctas a realizar.

Queremos cubrir nuestra necesidad de que le vaya bien a la persona con la que nos relacionamos, pero a la vez, en la necesidad propia de control, de mantenernos superiores o de poner el foco en el otro, emitiendo juicios de valor, en lugar de centrarnos en nuestros asuntos.

El rol de Víctima

El rol de víctima representa una persona que no se siente capaz de enfrentar las dificultades sola, demandando ayuda externa sistemáticamente, y adoptando una postura de queja y de “pobre de mí”.

En el papel de víctima vamos a tener beneficios. Nos harán favores, nos protegerán, estaremos recibiendo mucha atención. Si estamos a gusto ahí, tendremos las necesidades cubiertas, pero seremos dependientes de la ayuda externa.

Es fácil que estemos con la actitud de incapacidad, sin saber que hacer por nosotros mismos, expresándonos desde la queja, para que los demás reaccionen y nos atiendan.

Si estamos en la situación de víctima impuesta (nos ponen en ese rol pero no nos sentimos víctimas), puede suceder que te canses de que te ofrezcan ayuda sin quererla o te digan lo que tienes que hacer y explotes desde una emoción de rabia o ansiedad, por ejemplo.

Dentro del triángulo de Karpman podemos representar los 3 roles, obteniendo por tanto en cada uno, beneficios y perjuicios.

Ejemplo de una situación dentro del triángulo dramático

Soy madre o padre y veo que mi hijo no lleva bien el curso escolar. Está estudiando 1º de Bachillerato.

Me sitúo en el rol de salvador/a como si yo misma/o estuviera estudiando este curso y me ofrezco, (antes de que mi hijo tenga su propio compromiso) a resolver dudas, hacer recados (como ir a la biblioteca a por un libro) o a completar sus trabajos.

Como salvador/a quiero por encima de todo ayudar a mi hijo, por supuesto, pero también puede ser que quiera ayudar para cubrir mi malestar o necesidad x

  • Estar tranquil@,
  • Apaciguar el miedo que tenga por su futuro,
  • Miedo a que no apruebe el curso y repita, etc.

Simplemente por el hecho de ponerme en salvador/a, mi hijo se va situar en el papel de víctima. Considero que mi hijo/a no puede hacer las cosas por sí mismo/a y por eso necesita mi ayuda. Estoy influyendo en el desarrollo de las capacidades de mi hijo de esfuerzo, organización, frustración, etc.

El estar dentro del triángulo dramático implica consecuencias emocionales y es posible que los roles cambien.

El salvador no puede estar siempre ahí. Va a haber momentos que como madre/padre no vamos a poder hacer todo por nuestro hijo porque tenemos nuestras propias responsabilidades, estamos cansados o simplemente no nos apetece porque nos estamos desgastando de estar “siempre” ayudando.

Si estamos en este proceso de desgaste emocional, empezaremos a pensar cosas como:

¿No deberías saber ya cómo se hace (x).?, o ¿Cuándo vas aprender a organizarte mejor tu sóla/o?. Sintiendo frustración, rabia, enfado, impotencia.

Estas preguntas o pensamientos son trampa si nuestro hijo no ha tenido la ocasión de construir ese aprendizaje porque hemos estado haciéndolo por él/ella. Es una pescadilla que se muerde la cola.

En ese momento, en el que como salvadores no podemos o no queremos estar, nuestro hijo (en su papel de víctima) reclamará su atención, ayuda o favor, desarrollando el rol del perseguidor (criticando que no le hayamos ayudado) y nosotros el de víctima.

En esta dinámica podemos apreciar cómo se produce el vínculo de dependencia existente y el giro de rol.

Otro cambio de rol sucede cuando el salvador, se cansa y no sólo se retira de su comportamiento de protección, si no que empieza a perseguir.

Es el turno del rol de perseguidor. Según el ejemplo, si nos hemos ido al rol de perseguidor, estaremos haciendo un seguimiento intenso de la actitud de nuestro hijo/a que generará mucha tensión, expresándonos con frases como:

¿Has ido ya a la biblioteca?, ¿Cuándo piensas ir?, se te va a acabar el plazo, claro, como siempre voy yo…

¿Has estudiado ya para el examen de química?, No te veo que te estés organizando bien…

¿Ya has terminado los deberes?, ¿Seguro?, a ver si luego ….

¿Qué hacer para salir del triángulo dramático?

Como ves, si te encuentras en salvador, puedes saltar a víctima y perseguidor y en los tres roles sentir malestar.

Este triángulo es relativamente frecuente. Está presente en la mayoría de los conflictos que tenemos en nuestras relaciones personales.

Se establece en todo tipo de relaciones (padres-hijos, pareja, amistades, con nosotros mismos, con una enfermedad que tengamos, etc), por lo que es posible que te hayas identificado, o que hayas reconocido a alguien de tu entorno comportándose así.

Para salir del triangulo del drama puedes tener en cuenta las siguientes pautas:

  • Reconocer si estás en uno de esos roles
  • Observar qué te mantiene en ese rol sin juzgarte
  • Saber qué te aporta el rol y en qué te perjudica
  • Darte cuenta de con quién practicas esta dinámica
  • Identificar cuáles son los comportamientos y pensamientos que repites
  • Empezar poco a poco a asumir la responsabilidad de hacerte cargo de tus necesidades y de confiar en los recursos de los demás

Si te sientes identificado con esta forma de relacionarse, y ves que necesitarías ayuda para realizar los cambios que quieres, no dudes en buscar ayuda de un psicólogo. 

2 comentarios sobre «El triángulo dramático de Karpman»

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