Cuando algo no te gusta, ¿Lo dices?
¿Ejerces tu derecho a expresar tu opinión, tu desagrado o preferencias?
Cuando nos relacionamos con los demás, nuestros amigos, familiares, pareja, compañeros de trabajo o jefes, vamos a utilizar un estilo de comunicación determinado. Influyen muchos factores en el estilo que utilizas, como tu personalidad, tu autoestima, el grado de intimidad o vínculo que tengas con tu interlocutor, si existe una relación de poder, etc.
Incluso depende de la situación, puedes manejar varios estilos comunicativos.
Por ejemplo,
puedes mantener una comunicación asertiva con personas de confianza, con las que te sientas segura/o, pero con tu jefe, expresarte con un estilo sumiso.
Existen varios estilos de comunicación:
Estilo Asertivo
Agresivo
Pasivo agresivo
Sumiso
Este último es del que voy a hablarte en este artículo. Antes de explicarte el proceso que se genera entorno a esta forma de relacionarnos, voy a compartirte en qué consiste comunicarnos desde este estilo sumiso.
Si practicas este estilo, a nivel verbal te expresarás:
A nivel no verbal, es posible que expreses:
Si practicas este estilo es fácil, ademas, que:
Como ves, la comunicación sumisa o no asertiva puede llevarte a una dinámica de malestar importante en tus relaciones personales.
Igual estás pensando qué te puede llevar a adoptar esta posición ante los demás. Bien, aquí te muestro algunas de las razones por las que muchas veces podemos callar y no defendernos:
Por ello quiero explicarte (para que lo conozcas, y puedas prevenirlo) qué sucede y que fases suelen aparecer cuando no expresamos aquello que nos molesta o que preferimos.
En esta primera fase imagínate que te ha sucedido algo que no te gusta con una amiga, con tu pareja, con tus padres, pero no quieres tener un conflicto. No quieres tener problemas. Puede que temas como vayan a reaccionar si te quejas, por lo que intentarás entender por qué o para qué se han comportado de tal manera.
Vamos a utilizar un ejemplo para que sea más fácil visualizarlo. Imagínate que cuando quedas con una amiga, pareja, o hermano/a para algún plan de ocio, te hacen esperar al menos 30 minutos. Y que en ocasiones, ese retraso ha supuesto una consecuencia negativa como no poder ir a la sesión de cine que querías, no poder comer en el restaurante porque ya hay mucha gente, ir corriendo a los sitios, etc.
En ese deseo de evitar un enfrentamiento y entender, la empatía tendrá un gran papel. ¿Cómo? tenderás a empatizar mucho con el comportamiento del otro, justificando su comportamiento, incluso minimizando las consecuencias negativas.
Empatizar y ser muy comprensiva/o es una herramienta que te ayuda a corto plazo a calmarte y no quejarte.
Estarás validando a los otros y escuchando sus necesidades, pero estarás olvidando completamente las tuyas propias.
En esta fase suponemos que ya has tenido que esperar a tus amigos en varias ocasiones y has mantenido esa dinámica de entender y justificar, siendo una persona muy comprensiva.
Puede que al principio, en tu necesidad de no enfrentarte, hasta busques alternativas para darle un sentido positivo a la espera. Aprovecharás ese tiempo para leer, mirar en el móvil redes o emails o comprar algo por la zona.
La cuestión es que vas callando cómo te molesta tener que esperar pero ya no te sientes igual que la primera vez que llegaron tarde. Te estás cansando. Estás acumulando malestar. Tu comprensión y empatía se están viendo resentidas.
En esta fase es normal que te estés sintiendo enfadada/o, decepcionada/o, irritada/o, cansada/o, harta/o, pero que aún te quede un poco de calma para expresar tu malestar. Si das el paso de expresar tu queja y quejarte de forma controlada y asertiva, podrás evitar una mayor respuesta emocional más adelante.
Si no das ese paso y sigues «aguantando», llegarás a la siguiente fase.
Si has llegado a esta fase ya estarás pensando que no puedes más. Que estás harta/o de que tu amiga/pareja/hermana lleguen tarde. Que ya no piensas esperar más.
Aquí el malestar que sientes es más fuerte que la necesidad de no tener un conflicto. Ya estás sintiéndote mal y es una emoción que no puedes, ni quieres silenciar. Hasta aquí no has visto el momento de poder quejarte, has ido acumulando cada malestar y estás con la queja a flor de piel.
Pasará que en cuanto vuelvas a vivir una situación que te desagrade, (no tiene porque ser una nueva espera), saltarás quejándote enérgicamente. Puede incluso que tengas una reacción agresiva. Éste será un momento para sacar todo lo que llevas acumulado.
Igual no es el momento adecuado, ni es la situación que más te ha molestado, pero la sensación de que tu vaso de paciencia está lleno, hará que saltes.
Justo después de explotar, vas a tener unos segundos en los que te sientas fenomenal, vas a sentir alivio. Por fin, toda esa rabia, tensión, enfado es expresada. Por fin estás diciendo todo lo que te molesta y te estás sintiendo firme.
¿Que tiene de malo entonces?
Esta sensación va a durar poco, minutos. Como has necesitado enfadarte mucho, y has explotado de forma agresiva, rápidamente aparecerá el sentimiento de culpa. Pensarás que te has pasado en la reacción, que podrías haberlo dicho de otra forma o que no era el momento de ponerte así. Estarás juzgando tu reacción.
Intentarás entonces compensar tu reacción de enfado, volviendo a tu postura de callar, usando de nuevo un estilo de comunicación sumiso. Estarás pensando que te has pasado y empezarás de nuevo a acumular nuevas quejas, hasta que llegue de nuevo la necesidad de explotar, repitiéndose el ciclo.
En este proceso, si no hay un momento de comunicación en el que se solucionen las quejas, se irán repitiendo las fases cada vez de forma mas rápida. Es decir, tu momento de desgaste y explosión llegará antes. Si no tienes conversaciones reparadoras, tu capacidad de sostener las situaciones, tu tolerancia, será cada vez menor.
Como ves este estilo de comunicación perjudica directamente nuestro bienestar y afecta a la calidad de nuestras relaciones personales.
Trabajar en tu autoestima: La autoestima está en la base de aquello que creemos que merecemos. Si te valoras, será más fácil que expreses tus necesidades.
Entrena tu comunicación: puedes utilizar la técnica del mensaje yo para expresar tu malestar y minimizar una respuesta defensiva de tu interlocutor. Puedes pinchar aquí para leer en que consiste esa técnica.
Visualiza para prevenir: Durante todo este proceso intenta visualizar tu malestar como un vaso que se va llenando o un volcán que se va activando hasta la erupción. Esta imagen puede servirte para valorar en que estado de tensión estás. Así podrás prevenirlo y actuar antes de que te veas en un conflicto aún mayor.
Escribe aquello que te ha molestado: Al escribir estarás ordenando las ideas y procesando las emociones. Te será más fácil expresar tu malestar después de hacer este trabajo.
Cuídate, no te critiques: si no has expresado malestar antes, es por que no has podido, no era el momento o las circunstancias. Respeta tus emociones en cada momento y anota lo que te enseñan para aprender de ti y cómo relacionarte.
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